domingo, octubre 18, 2009

El libro sobre quiénes fuimos

Saluda a sus hijos, los arropa y sale de la habitación. Saluda a su esposa, la besa con la ternura del adiós, y sale apurado a la noche para viajar unas horas por una ruta en mal estado. Parientes lejanos, una herencia tan importante y necesaria para la economía de la familia que merecía la molestia de viajar de noche a un pueblo en las fronteras de la desaparición; allí lo espera un hogar colonial, que con las mejoras construidas por las generaciones que vivieron en el lugar, ahora cuenta con una extensión impresionante.

Desde antes de entrar al pueblo nota aquella mansión antigua y criolla, enorme escultura grisácea que surge entre la humildad de las casas comunes para exhalar orgullo y vanidad. En el interior lo espera un grupo pequeño de familiares reunido con un grupo mayor de abogados, todos en la sala, a la luz débil de unas lámparas más ornamentales que útiles.
- Nos tomaremos uno tiempo más - comunica uno de los abogados - para ordenar correctamente los papeles y hacer el listado final de los bienes del fallecido señor Ormen. Les pedimos que disculpen las demoras, pero es para despejar cualquier tipo de dudas. Muchas gracias.

Varios familiares protestan con tenacidad al decir que esperan desde hace horas y dan excusas sobre por qué deben tener todo al tiempo que su avaricia lo exige. En medio de la discución, nuestro protagonista elige distraerse. Sin que nadie lo notara, comienza a alejarse con aire distraído y de a poco empieza a deambular por la mansión. Por los cuartos, lo que ve en mayoría es polvo cubriendo muebles antiguos de rústicas maderas oscuras y gastadas alfombras rubicundas. Al subir por la escalera principal, ve que hay luz solo en los pasillos, excepto por una sola habitación, al final del corredor. La puerta está cerrada, y nuestro hombre se atemoriza por los aires fantasmales que se esconden en la parte vacía y lúgubre de la casa , pero escucha a su mente racional que lo incita a entrar. La mente vence: no hay ningún fantasma; lo que si hay es una biblioteca monumental, amplia y gigante, siglos de ilustración y creación imaginativa y filosófica.


Miles de libros están al alcance de la mano, tan cerca y tan juntos que despiden una escencia a sabiduría que superarían al hombre prudente aristotélico, pero al hechar vistazos por cada corredor, un libro en especial se graba en su conciencia, uno que estaba encima de un escritorio, junto a una vela recién consumida de la que aún salía un hilo fino de humo. Está encuadernado en una piel dura y oscura, y tiene las hojas más amarillentas que jamás hubiera visto, y no parecen hojas de papel. "Haud legere" reza la tapa, con letras serias e intimidatorias.


Nuestro hombre se queda hipnotizado por una tentación que no comprende, atrapado entre unas manos gigantes e invisibles que de a poco se cierran para enloquecerlo en la oscuridad.
Abre la primera página: las palabras del libro, como el nombre de la obra, están en latín. "El Libro sobre quiénes fuimos" es lo que está escrito arriba, al margen, con letra firme. "Si pudieras saber que tuviste otras vidas, ¿querrías saberlo? ¿querrías observar cada experiencia, repetir cada amor y cada tragedia escondida en la pureza incorrompible de tu alma? ¿querrías vivirlo de nuevo?"


En el momento en que termina de leer la frase, un brillo solar empieza a surgir de cada una de las páginas. Sus ojos arden a tal punto que siente que se derriten y ruega para que la ceguera le llegue de una vez, pero eso no ocurre; nuestro protagonista es llevado a épocas anteriores a su misma gestación, y en poco mas de una hora en aquella biblioteca, repite todas sus vidas, revive cada uno de los recuerdos impresos en su alma, ama a cientos de padres, madres, hermanos y hermanas, odia a cada uno de sus enemigos con sentimientos turbios y sombríos, comparte su corazón en incontables romances, se alegra por su decendencia en cada ocación, salva vidas, mata otras, lucha en cruzadas, guerras santas, guerras imperiales, guerras de clases, revoluciones y todo conflicto bélico alguna vez habido; y todo queda para siempre en la mente de aquel hombre pobre e infortunado.


Cae al suelo, con el libro cerrado en el regazo. Cuando lo encuentran, horas después, continúa igual, en un estado de quietud absoluta, con el rostro pálido y los ojos encendidos en rojo sangre; lo quieren levantar y rompe a reír con carcajadas demenciales que aterrorizan los nervios de los presentes, recordando todos y cada uno de los momentos de diversión en sus vidas pasadas, luego rompe a llorar, recordando cada tragedia, cada muerte, cada desamor a lo largo de centurias.
Ningún recuerdo tiene particular relevancia, no sabe donde está, en que época, quienes son sus hijos o su esposa actuales. La cordura, lo único rescatable del hombre, se perdió para siempre en él.

6 comentarios:

Antonella dijo...

Hacía mucho que no escribías. Muy buena la historia, flor de libro el que se encontró el tipo.
Quiero hablar con vos loquito! Te amo

Sonii dijo...

Mierda, yo habia firmado esto, que onda?! en fin, lo que te habia dicho era que me hiciste acordar a La sombra del viento y tambien a El juego del angel, tenes que leerlos te van a encnatasr, Te adoro gilastru.

Antonella dijo...

no te conté nada porque no queria preocuparte. No pasa nada fuera de lo común. Esta tarde te cuento

Maca! dijo...

tenes que hacer un libro con todas estas historias, unas me gustan mas otras menos pero me gustan todas!!!

ah! y no me corrijas en publicoooo!! q verguenza q inculta xDDDD un beso!

cosasimpropias dijo...

como seria...

Anónimo dijo...

Pasión, lo único rescatable del hombre.


la locura es sólo un encanto más.



saludos!