jueves, abril 23, 2009

El brindis

Ve su rostro impiadoso reflejado en el líquido del vaso. Solo piensa en el frío de su sangre, en lo útil que es en momentos así. Mira fijo con una sola duda, la de por qué no se detiene, la de si es normal no sentir nada. Parece que para ella es normal.

- Feliz cumple, mi amor - le dice sonriente mientras le da un beso en los labios a su marido; él contesta algo poco relevante y no piensa nada en particular, solo está contento en pasar otro año de su vida. El es feliz con ella, pero no hay viceversa.

Los dos vasos cortos están llenos con tequila, bebida predilecta de ambos, y ella dice la palabra "brindemos", sabiendo lo que tendrá una respuesta satisfactoria. Ya puede vislumbrar todo: la cama donde ahora están ambos estaría siendo observada por un grupo de policias, mientras otro grupo toma muestras de unas pastillas que resultarán ser cianuro, sobre el suelo estaría marcada con tiza una silueta con la forma de su esposo, y buscarán un dinero y ropa de mujer que estarán en una valija, a kilómetros de distancia, junto con la reciente viuda.

-
Brindemos por este amor, que siga por siempre - dice el hombre sonriente, que observa el cabello castaño claro de su mujer, y lo compara en su mente con el color de las primeras hojas de otoño.

-
Brindemos por eso - contesta la mujer, mirándolo a los ojos.

Los dos vacían sus vasos al mismo tiempo.
El marido frunce el seño y pregunta si el tequila tenía algo raro.

-
Sí amor, tenía veneno - responda la mujer feliz, mostrando dientes blancos como la muerte en su sonrisa de diamante.

-
¿Que? Dale, en serio te digo.

Ella sonrie y no responde, él lamenta el trago al comenzar el dolor. Su vida se extinguía junto con su respiración, y su esperanza languideció en el momento en que se perdió su pulso.


- Maldíta mujer... - fue lo último que susurró en su paso al otro mundo.

Ella tomó sus cosas y llevó todo lo necesario para cruzar la frontera. Comenzaba su nueva vida.

Pensó en que ni siquiera era tanto el dinero por el que lo había asesinado, pero no se arrepentía. ¿Si no había sido por el dinero, por qué lo había matado? No sabía y no le importaba, solo lo hizo y ya.

Probó que el amor es ciego y que la cercanía a la muerte abre los ojos: recién en sus últimos segundos el hombre de su vida se había dado cuenta lo que en verdad ella era.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

me recuerda un par de relaciones que tuve/tengo.
qe idiota es el genero humano u.u
o tal vez lo idiota es no amar
no se, flash :D
un abrazo :)

Juanfra Migliore dijo...

Zarpate, cuña.

Aunque predecible, buen texto ;)

Saludos!

Antonella dijo...

EEEEEEEEEepa, flor de zorra la flaca. em bueno, gracias por pasar, te devuelvo la firma, pasate de nuevo- chau

Jjajaja, me gusta vengarme de vos, aunque esas firmas espantosas/sin sentido/ flojas de vocabulario prefiero ni leerlas. te amo lindura muahahaha

Anónimo dijo...

Mi mas sinceros saludos.
G.W. Bush

lupe dijo...

capa la mina

Sonii dijo...

Hay que tenerlas bien para hacer eso, idola tu personajee JAJAJJA
Te amoo gilastro.