- ¡¿Qué es esto, qué me está pasando?! - gritaba el ángel desde el cielo, donde solía volar implacable.
En un vuelo demencial guiado por el dolor, la mujer iba de un lado al otro con velocidades sorprendentes y ritmos cambiantes; su cuerpo afiebrado temblaba y se retorcía, y sus gritos se oían con plena claridad en toda la llanura.
- Sé lo que te pasa - le dijo un hombre que estaba sentado en el pasto con aire solemne, sin siquiera mirarla.
La mujer desde los cielos lo miró, y gritó en viva voz unas palabras inteligibles que el hombre no se esforzó en entender.
- ¡¿Quién... sos?! - le preguntó la mujer con esfuerzo doloroso.
El hombre, sin mirarla, respondió.
- ¿Importa eso ahora? ¿Es que en tu agonía te importa mi nombre, o quieres saber otras cosas, como por ejemplo, qué es lo que te pasa?
La mujer continuó con sus gritos agudos y su sufrimiento horroroso, hasta que pudo volver a juntar la fortaleza para poder hablar.
- ¡¿Qué... me pasa?!
- Tus alas - contestó el hombre - se estan cayendo.
Al instante el ángel supo que el desconocido tenía razón, y además del dolor, una desesperación profunda como los abismos se abría en su cuerpo hasta el centro mismo de su alma. El núcleo de su ser se transformaba, y comenzó una metamorfosis que culminó en efímeros segundos.
Se encontraba en el aire cuando sus álas se transformaron en polvo y se deshicieron.
El ángel descendió a la tierra.
Cayó en medio de la angustia, el miedo y la tristeza. Estaba segura que sus huesos se partirían al caer, y que no viviría para surcar los cielos ni rebajada a la tierra de los humanos.
Cuando la Muerte la tenía entre sus garras, se la arrebató aquel hombre, que la tomó entre sus brazos antes que tocara el suelo. Por el impulso, ambos terminaron en el suelo, rodando en el pasto.
El hombre se incorporó primero, palpó el cuerpo de la mujer en busca de signos vitales que pronto encontró.
- ¿Estás bien? - preguntó preocupado el hombre.
- ¿Bien? - contestó la mujer, sana pero entristecida.
Ambos permanecieron sentados uno cerca del otro, sin verse ni prestarse atención, hasta que cerca del atardecer, la mujer habló.
- ¿Ahora me podrías decir quien sos?
- Soy la persona que te salvó, y una persona que sabe. - respondió enigmático.
- ¿Cómo sabías que me pasaba? ¿Sos un ángel? ¿lo fuiste alguna vez?
- Lo fui, - dijo - y sé por qué te desterraron, y por qué me desterraron a mí.
- ¿Por qué me desterraron? - preguntó la mujer, ahora con su vista fija en él.
Tardó en responder solo para que la caída del Sol tapara mejor su rostro. En el límite de la paciencia de la mujer, habló de nuevo.
- A vos, por tus mentiras. Siendo un ángel, mentiste una vez, y con tu segunda oportunidad, mentiste de nuevo.
La mujer comenzó a llorar desconsolada. Era cierto, había recaído en la mentira. Trataba de engañarse en su mente al decirse que no sabía por qué lo había hecho, pero era claro que había elegido ese camino, y que le había fallado su bondad.
El hombre, por su parte, permaneció indiferente, y la mujer lloró sola.
- ¿Por qué estás acá? - preguntó cuando sus últimas lágrimas se estrellaban en el pasto como casi lo hacía ella.
- Porque hice algo que no era supuesto que sea.
- ¿Qué hiciste?
- Quise cambiar el Destino.
La mujer quedó asombrada. Un interes repentino por el hombre la poseyó, y se dio cuenta de que no había podido ver su rostro. La intriga por verlo la abrazaba, sentía que era algo más que un mortal y a la vez algo diferente de un ángel, era la criatura en la que ella se había convertido.
De forma inesperada, el hombre volvió a hablar.
- Vi algo... que me insitó ir en contra del destino.
- ¿Qué viste? - dijo en medio de una gran confusión la mujer.
- Te vi a vos. Te vi caer y morir.
- Pero... vos me salvaste, cambiaste el Destino. - dijo la mujer sin lograr entender.
El hombre sonrió por breves instantes. La mujer vio la sonrisa y se sintió alegre por primera vez desde que estaba condenada a no volar, y triste al apreciar la desolación que ese gesto escondía.
- ¿Cuál es el problema? - preguntó con los ojos fijos en sus labios masculinos.
- El problema es... - dijo el hombre - que me enamoro de vos, y tengo que dejarte ir.
Un dolor punzante se incrustó en el pecho de la mujer, una agonía diferente, peor que cualquier dolor físico, y ese dolor le impedía juntar aire y hablar, por lo que sus ojos oceánicos eran su única comunicación.
- Si yo me disponía a cambiar tu Destino, si yo salvaba tu vida, el castigo era enamorarnos y nunca volver a vernos, pensar siempre en el otro y jamás estar juntos. - dijo el hombre, que también inció un llanto silencioso a la vez que hablaba.
Solo sus respiraciones cortaban el silencio impuesto por el viento y los últimos rayos solares.
- ¿Qué pasa si no me voy? - dijo la mujer.
- Muero. - contestó el hombre.
La única cosa que la podía obligar a irse era esa, y ella sabía que no tenía opción.
- Dejame ver tu rostro, te pido por favor. - dijo la mujer.
El hombre se acercó. Ambos quedaron iluminados en el Sol naranja del crepúsculo, con la promesa de amor en el aire. Ella lo vio y se enamoró al instante, ese rostro logró eclipsar la tristeza y la desdicha mientras lo tuvo consigo, luego el resto de su vida sería una duda constante sobre volver a encontrar esa paz, con la certeza de que si la encontraba, la paz estaría muerta, y por lo tanto también la esperanza.
- ¿Puedo pasar la noche con vos? - preguntó la mujer mientras pasaba sus manos por el rostro varonil, por el cuello y los brazos de él.
- A la medianoche tendrías que marcharte, si lo deseas - contestó él, acariciando el cuello, su espalda y la curva de su cadera, perdiéndose en su hermoso y erótico cuerpo.
- Lo que deseo sos vos. - dijo ella, y lo besó con dulce seducción.
Se dejaron llevar por la lujuria del amor hasta que llegó la hora.
Como final, se despidieron para siempre con un último beso.
domingo, junio 28, 2009
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4 comentarios:
Podés creer que justo lo terminé de leer cuando terminó la canción?
Qué historia hermosa, triste pero refleja el amor de verdad. Me hizo acordar en partes, a crepúsculo. incluso vi que lo mencionaste por ahí, viste(???) muahahah. Podrías hacer un texto de vampiros para mi eh, Anto te lo agradecería (:
tus historias terminan siempre en desencuentros
Pf, ojala encuentre alguien de quien enamorarme asi. Voy a traer un Edward JAJAJ te tengo ya cansado lo sé. En fin, te aprecio aunque no me banques a veces. No te perocupes yo tambien debo soportarte. JAJA.
Te amo Gilastro.
me gustó muchisímo este relato.
siempre un placer leerte
un abrazo ;)
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