viernes, julio 17, 2009

El encuentro con Caronte

Había terminado de leer un libro antiguo de casi seiscientas páginas y tapa dura, impreso hacía mas de ochenta años, y necesitaba guardarlo de donde lo había sacado. Tomé la escalera con las pequeñas ruedas deslizantes, y fui de una punta a la otra de mi sala biblioteca. En el noveno estante del mueble de la pared sur estaba el hueco para ese libro, y pese a que el médico a mi edad no me lo recomendó, subí por la liviana escalera. Con casi setenta años cumplidos, puedo entender que esto que me pasó fue una advertencia del destino, tengo la suerte de ser uno de los avisados... pero en fin, sigo con la historia. Subí escalon por escalon con el pesado libro hasta que, cerca del final, resbalé. Intenté con mis manos sostenerme, pero no pude. Caí tres metros y medio y aterricé de espaldas. Sentí el crujido de cada vértebra, el dolor punzante y ardoroso que llevaban mis células nerviosas por todo mi cuerpo, y no tuve la posibilidad de gritar antes de que todo se volviera negro.

Con la certeza de estar muerto, desperté en un lugar oscuro y húmedo, tal vez una cueva. Cerca se oía agua fluyendo. Me levanté sano, sin recordar el episodio de la biblioteca, sin recordar nada en absoluto; me dirigí entonces hacía el sonido del agua, y enseguida encontre un río. Era ancho como ninguno en la superficie - puedo decir con seguirdad que estaba bajo tierra, en alguna caverna subterranea de inimaginable antiguedad - y en el centro del río se formaba una vorágine, un remolino impetuoso que continuaba todo a lo largo hasta donde se podía ver. El lugar y el río no me causaban ninguna simpatía, era un lugar sin luz, pobre, se respiraba humo y carbón, había suciedad en el aire y misteriosos seres que caminaban cerca y lejos mío a los que no podía ver, cosas en el agua que producían el molesto ruido del chapoteo y unos gritos que le ponían a uno la piel de gallina, y llegaban susurros de todas partes, como innumerables suspiros que una brisa siniestra llevaba consigo.

No duré mucho observando el atemorizante paisaje, ya que una canoa arribó a mi orilla. En la embarcación había una persona, un anciano raquítico, enfermo, con barba canosa y sucia que le llegaba hasta el fin de las costillas, y con pelo largo que le llegaba hasta su cintura; era alto pero estaba encorbado, y poseía unos ojos salientes, blancos en su totalidad con solo una ínfima pupila del tamaño de un alfiler moviéndose de un lado para el otro con signos de demencia.

- Mi nombre es Caronte, debes darme una moneda si quieres que te lleve al otro lado - dijo el anciano, sosteniendo un remo aún dentro de la canoa.

No dudé de como ese anciano podría llevarme al otro lado, porque sabía que podría, pero lo más importante era que sabía donde me encontraba: estaba con Caronte, y pretendía llevarme al otro lado del Aqueronte, en el reino de Hades.

Antes de que pudiera contestar, el anciano golpeó furioso con el remo a una de las cosas del agua que intentaba subir a la embarcación, y en su semblante se mostraron unos dientes pálidos y podridos, y de esa boca escapó una voz gruesa acondicionada a la perfección para la acústica de la caverna.

- ¡Nada, nada hasta el otro lado, ladrón, impostor, nada durante cien años! - dijo el anciano, y durante un tiempo indeterminado, el eco del lugar aún mantuvo sus palabras vivas.

Ahí pude ver que las cosas del agua eran personas, hombres, mujeres, ancianos, que se ahogaban en el poderoso río que todo lo arrastraba menos la preciada barca de Caronte.
Los rostros sin ojos y las bocas sin lengua, sumados a la piel arrugada y desprendida de los cuerpos, causaban una repulsión total y a la vez una pena demasiado grande para describirla.

Caronte me miró y no pude hablar. Ese hombre era responsable de todas las personas que morían sin morir en el río, era responsable de todas las personas que sentían como sus pulmones se llenaban siempre más, como si no tuvieran una capacidad limitada, y el dolor de esas personas iría siempre en aumento hasta llegar a la infinita agonía. Era un castigo imposible de soportar, y el portador de esos ojos lunáticos era el culpable, pero obedecía a Hades, era un responsable obligado, y a la vez otra víctima.

- Tú te marchas - me dijo Caronte - no perteneces a este lugar aún.

Me dio la espalda, puso un remo en el agua, empujó y se marchó.

- ¡Espera, me tienes que llevar al otro lado, espera! - grité horrorizado al pensar en sufrir el mismo castigo que la gente del agua - ¡Te pagaré, lo prometo, llévame!

- No, hijo - me contestó - no te vas ni al agua ni te llevaré.

Iba a gritar algo más cuando sentí como unas sombras nacían a mi alrededor y tomaban forma física, levantándose del suelo hasta ser cuerpos de sombra. Grité con terror al ver que los cuerpos de sombra se avalanzaban sobre mí, hasta que me taparon la boca, me taparon los ojos, y todo desapareció.

Cuando abrí los ojos, vi cielo y vi personas. Un hombre con pantalon y camisa verde me preguntaba cosas. Era un doctor, y me estaban metiendo a la ambulancia. El horror había terminado.

Ahora conmigo siempre llevo una moneda, por si llega el momento de irme y tenga un nuevo encuentro con Caronte.

4 comentarios:

cosasimpropias dijo...

la 1era parte me hizo acordar cuando en "amor en los tiempos de colera" narran como se muere el esposo de la protagonista, salvando las diferencias obvio. la ultima parte me encanto. soy super fanatica de la mitologia.

Antonella dijo...

Es increíbe la capacidad que tenés para hacerme imaginar todo lo que escribís. Te envidio sinverguenza. Jaja, bárbaro y admito que me reí con el final de la historia. Me encantó. ayer no te conectaste ehehe, ah y lo de la prostitución está de más jajaja

Maca! dijo...

La vida en España...nose, yo vivi en la peninsula, en concreto en Asturias y donde vivo ahora, que es una isla, Tenerife, la vida es muy distinta, es obvio q son lugares mucho mas chicos de lo que es Argentina, pero es muy tranquilo. Donde vivo yo obvio q pasan cosas no? pero cada uno hace lo que quiere, porque se puede, hay laburo ( mas que en cualquier lado de la peninsula,porq aca hay mucho turismo), oportunidades para estudiar, muchas, y nose.. aunque particularmente a mi no me guste, por eso del calorcito constante,es lindo, hay que ser sinceros. Y con respecto a la gente, como en todos lados, me imagino, hay de todo.. en resumidas cuentas la vida en España esta.. BIEN! xD

Besos

Maca! dijo...

cambie la dire del blog! bso